Javier Jara Bao

Las virtudes del nuevo hombre (I)
“Roberto Arthington, de Leeds, graduado de la Universidad de Cambridge, vivió en un cuarto pequeño, guisando sus propios alimentos; dio para las misiones 500.000 libras esterlinas con la condición de que toda esta cantidad fuera usada para abrir trabajos misioneros nuevos dentro de los siguientes veinticinco años. Después de su muerte encontraron un pedazo de papel en el que había escrito lo siguiente: “Con todo gusto haría mi cama en el suelo, tendría un cajón en lugar de silla y usaría otra caja como mesa, en lugar de permitir que los hombres murieran por causa de mi negligencia en darles el evangelio.” Recuerdo las palabras de de una frase anónima “La vida del Cristiano es la biblia del mundo”.
Para los hermanos de Efeso era necesario vivir de acuerdo a la naturaleza del nuevo hombre, creado en la Justicia y santidad de la verdad. Hoy nosotros tenemos la misma exhortación de Dios para nuestras vidas. Debemos conducirnos de acuerdo a la naturaleza del nuevo hombre.
Hoy Dios nos manda que “Cultivemos la verdad, la ira controlada, el trabajo duro y la charla edificante, como muestras de que Dios nos ha transformado y reflejo de su carácter al mundo.”

V. 25
POR LO CUAL, DESECHANDO [...] LOS UNOS DE LOS OTROS
Al iniciar este serie de exhortaciones, no deja este llamado en el aire si no que lo enlaza a la realidad de la Nueva Naturaleza, por eso es que dice “por lo cual” que podríamos leer como  “mediante el cual” van a poder realizar todas estas exhortaciones. Es el nuevo hombre el que viene con las capacidades divinas de realizar todas estas cosas, ya que por naturaleza humana haríamos lo contrario de manera natural y fluida (Romanos 7.18-19). Este nuevo hombre, es la sepultura de nuestras incapacidades, es la muerte de nuestras excusas delante de Dios para no llevar a cabo las buenas obras que el ha preparado de antemano  para que nos comportásemos según ellas. Si no las haces es por que no quieres y no por que no puedas; es por que lo estas haciendo según tus capacidades y no las de Dios.

“de la justicia del hombre nuevo fluyen todas las exhortaciones santas, como los riachuelos de una fuente” - Juan Calvino

La primera exhortación es desechar la mentira o falsedad. Desechar es quitarse (tal como se entiende el despojarse de alguna prenda). El creyente debe tirar de su vida todo lo falso, todo aquello que no este de acuerdo al su nueva identidad que esta basada en la verdad (Efesios 4.24). Este nuevo hombre ya esta lleno de verdad y no hay corrupción ni falsedad en él, pero la fuerza del pasaje habla de seguir madurando en el desarrollo de la vida cristiana correcta, una conducta cristiana distintiva.
La mentira o falsedad es algo que Dios aborrece (Salmo 5.6). El hablar mentira es muestra de nuestra naturaleza caída y de la influencia que ella recibe (Juan 8.44).  Lo que debe caracterizar al creyente es “hablar verdad” (un mensaje que se ajusta a la realidad), este es un mandato (imperativo), no es una opción. La vida de cristiana entre los hermanos debe caracterizarse de manera continua por la practica de decir la verdad, como un elemento esencial para la confianza mutua entre los miembros de la congregación.  Esto es parte de una comunidad sana, pero que parte de la responsabilidad individual (Zacarías 8.3,16).
La razón de todo esto,  es que somos miembros los unos de los otros (Romanos 12.5) y la honestidad es indispensable para la unidad de la comunidad.

V.26-27
AIRAOS, PERO NO PEQUÉIS [...] LUGAR AL DIABLO
No solo la mentira es un peligro, también la ira. Tan peligrosa es que es necesario tratarla rápidamente, si no, nos hacemos susceptibles a la acción del diablo.
La manera en que Pablo expresa esta emoción, nos hace ver dos cosas. Primero, es que es una emoción necesaria, el mandato esta “airaos”. Pero en segundo punto a considerar, es que se debe tener cuidado ya que esta emoción si bien es necesaria, es muy peligrosa y volátil. La ira en la vida del creyente no debe ser una constante diaria, si no que debe expresarse en momento muy precisos de la vida cristiana (Proverbios 29.11). Este pasaje es una cita de Salmo 4.4 donde David expresa su angustia por la idolatría en la que el pueblo de Israel persistía. Pablo no expresa con exactitud los momentos o las ocasiones para expresar la ira, pero teniendo consideración de la cita que hace una opción de airarse es frente a la idolatría. Cualquier cosa que ocupe el lugar de Dios es idolatría, y puede ser objeto de una  ira sabia.

“es necesario en el mundo contemporáneo más ira cristiana.… ante tanta maldad evidente deberíamos indignarnos en lugar de ser tolerantes, enfadarnos en lugar de permanecer apáticos. Si Dios odia el pecado, su pueblo debería odiarlo también. Si la maldad desata su ira, debería desatar la nuestra también.” - John Stott

La ira es necesaria pero siempre debe ser controlada (Santiago 1.19-20) y ajena al orgullo, la envidia o resentimiento. Ahora no solo en su expresión si no el tiempo se puede incurrir en pecado. El dejar que la ira persista nos deja en una situación de vulnerabilidad. El que no se ponga el sol, no debe comprenderse de manera literal, si no que como dar mas tiempo de lo razonable. El mayor riesgo es que persistir en la ira mas allá de un tiempo razonable nos deja en una posición donde satanás explotara esa situación para su propio provecho. La ira entenebrece nuestros pensamientos, nuestro razonamiento y quedamos susceptibles de ser influenciados por el diablo y llevar nuestros pensamientos (y finalmente acciones) lejos de la sujeción de Cristo.

V.28
EL QUE HURTABA [...] CON EL QUE PADECE NECESIDAD
En su tercera exhortación, Pablo confronta el robo.  Este es un mandamiento transversal en las escrituras (Éxodo 20.25; Romanos 13.9). Este estilo de vida no solo se trata de que de dejar de realizar el hurto. El estilo de vida que demuestra que se ha dejado de robar es aquel demuestra una vida de esfuerzo (extenuante - hasta el cansancio) para ganar el sustento. Esta es quizás la primera razón de por que trabajar con tanto esfuerzo (2 Tesalonicenses 3.10-11), pero Pablo agrega una razón mas, se debe trabajar hasta el cansancio para proveer a los que tienen necesidad. Esta es sin lugar a duda una de las obras, de las buenas obras preparadas de ante mano para que anduviésemos en ella (Efesios 2.10).  
Esta preocupación, cuidado y generosidad hacia los demás miembros de la congregación o de la comunidad demuestra que hemos sido transformados por el Espíritu Santo (Juan 13.3).

V.29-30
NINGUNA PALABRA CORROMPIDA [...] EL DÍA DE LA REDENCIÓN
En esta exhortación, Pablo retoma el tema de como nos comunicamos. Esta es sumamente importante, ya que con el poder de destrucción que tiene nuestra lengua (Santiago 3.6) Pablo exhorta a tener cuidado de como nos comunicamos ya que en medio de la congregación esta debe ser para fortalecerse y animarse.
La palabras corrompidas (putrefactas o podridas)  debe estar en nuestras bocas. Esta palabra se utiliza para hablar por ejemplo del pescado en mal estado que es necesario desechar (Mateo 13.48). Esta imagen nos debe llevar a considerar que es tan repugnante esos ”olores” que debemos sacarlos por completo, hacer una arcada y nunca mas volvernos a ha acercar.
Cada una de esas palabras, debe reemplazarse por las necesarias para la edificación. Para conocer lo necesario, es que debo tener un conocimiento una observación de mis hermanos y poder dar palabras de animo. Debemos buscar llevar gracia o una acción de bendición o benéfica para nuestros hermanos. Esto hermanos es una manera en que nosotros nos servimos los unos a los otros. Nos edificamos y nos alentamos.
Cada mala palabra (y por aplicación mas extensa) cada comportamiento impío en nuestra vidas resulta en un  entristecer (hacer sentir dolor) al Espíritu Santo. De manera especifica el texto trata de que cualquier manera de hablar podrida entristece al Espíritu.

CONCLUSIÓN
Es una realidad que cada una de estas practicas pecaminosas en la vida del Creyente no son causa para que se vea amenazada nuestra nueva identidad. Por el contrario las mentiras, la ira persistente, el hurto y las palabras corrompidas deben sacarse de nuestras vidas, por que finalmente ellas no van de acuerdo a nuestra identidad y entristecen al Espíritu Santo, que es el agente de Dios en nosotros, santificándonos, es el sello de nuestra salvación y el sello de la presencia de Dios en medio nuestro. Esta finalmente podemos tomarla como la razón para despojarnos de todas estas malas practicas, o como la motivación para no recrearnos en estos deseos pecaminosos.




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